lunes, 9 de enero de 2012

Nuestro mayor miedo

Es curioso. La misma pregunta de "¿Cuál es tu mayor miedo?" puede provocar las más diversas respuestas. Habrá los que querrán fardar delante de un público confiado sosteniendo que no temen a nada, hasta los que para provocar unas risas dirán que teme a todo. Desde los que temen las atracciones de feria, hasta los hipocondríacos que se aterrorizan con la información de pandemias.
Pero cuando yo formulo la pregunta, no quiero saber que le hace a uno que se le ponga la piel de gallina, no. Quiero saber exactamente que es lo que puede hacer que el corazón se agite con violencia y se desate un vendaval emocional que tarde en apagarse.
Aquí comienzan las primeras respuestas interesantes. Alguien me dijo dormir y no despertar nunca, cerrar los párpados para no volver a levantarlos, la muerte dulce, el trance eterno, mil formas de llamarlo. Otro me susurró que la violencia en su máxima expresión, como la ultra-violencia que poco a poco, va adueñándose de la población mundial justificada con creencias radicales, religiones, discriminación, y últimamente en Europa, por aburrimiento y goce.
Os confesaré mi mayor miedo. El terror que hace que sólo pensar en ello se me descomponga el estómago, me quede pálido, me recorran sudores fríos y mi corazón se acelere vertiginosamente. Mi mayor terror es que llegué el día en que me sienta en que salga de la multitud y me quede solo. Mirarme en un espejo y no ver a nadie mas que a mí, que todos los demás estaban para sonreír y salir en fotos y fiestas.Y no sólo eso, sino que los años vayan pasando, y mientras todos forman sus familias y van por sus caminos, yo quedarme estancado. Y después de trabajar cincuenta años, de estudiar veinte y de esforzarme, sentarme a los 75 en un incómodo sofá y ver como pasan los años, como mi cuerpo se marchita, como mis recuerdos se desgastan, como mi pelo se blanquea, y mis dedos se arrugan, y como mi cuerpo va tomando forma de ataúd.
Os daré un consejo, vivid la vida, pues la gente espera a que pasé algo, pero lo único que pasa es la vida.

martes, 8 de noviembre de 2011

Opuestos enfrentados.

Me hace gracia cuando veo un "te amo mucho". Creo que, o se ama, o no se ama. No todo es blanco y negro, lo se, pero el amor y el odio son masas homogéneas capaces de tomar las más diversas formas, representadas por personas de nuestro entorno. Aunque es posible que yo mismo me contradiga. No creo en el blanco más puro de los blancos, ni en el negro más oscuro de los negros. Creo en un gris que, dependiendo de la circunstancia, va tornandose más claro o al contrario, sin llegar a alcanzar ninguno de los dos polos opuestos. Solo un santo o un demonio podría hacer eso.
Gente que recordamos que fue buena con nosotros en un momento dado, ahora pretende hundirnos y viceversa, y es que los malos se vuelven buenos, y los buenos, malos.
Todo es una lucha eterna entre opuestos, una lucha que hace que las cosas se muevan pues, en el momento en que la balanza en que se declinara hacia uno u otro lado, el derrotado no existiría y el victorioso no tendría razón para existir.
Cuando los cocodrilos se hayan comido a todos los ñus, cuando los americanos tengan todo el petróleo, cuando las dictaduras tengan el dominio absoluto sobre sus ciudadanos, conciencias y voluntades, entonces se quedarán anonadados, no sabrán responder o reaccionar. Se sentarán en una silla, descorcharán una botella, y beberán sin ganas esperando a la amiga de todos los caídos, la muerte.
Cambiar de opinión no es malo, lo malo es no saber por qué.
Esto lo escribo para todos aquellos que tengan en su vida un alter ego, porque os digo que, realmente, lo necesitais. Sin él, no seríais como sois.
Enfrentaos a vuestro contrario, retadle, humilladle, heridle, pero nunca jamás hasta el punto de poder echarle del juego porque, entonces, vosotros tambien estareis fuera de él.

sábado, 22 de octubre de 2011

Un día tras otro

Salgo, bebo, bailo, beso. Canto, juego, veo, y cuento. Me muevo, corro, no llego a tiempo. Siempre jadeando de un lugar a otro, con prisa, con la mochila a cuestas de casa al colegio, del colegio a la academia, de la academia a casa, de casa a la discoteca y de la discoteca a cenar o desayunar, el autobus se escapa y se lleva mi mirada.
Es una vida resacosa esta, echas la memoria atrás y no recordamos los detalles, tan sólo que lo pasamos bien, que conocimos gente interesante. Sólo nos queda y pertenece el olor de la almohada en la cama, el sabor pastoso en la boca, el dolor de cabeza constante, el repasar una y otra vez el complejo y nutrido horario del día que se nos presenta.
El despertador nos despierta con violencia, y a él acompañan los coches que van aglutinandose en las carreteras conforme pasan las horas. Manifestaciones y huelgas que acaban o bien disueltas a la fuerza, o bien atrincheradas en hoteles. Vemos en la televisión, más bien ojeamos, noticias terribles, y nos dan cifras de muertos en guerras, epidemias, hambruna... Pero no nos dan sus nombres. No quieren que nos encariñemos con los que han fallecido por causas injustas. Vamos de fiesta borrando todo, bailamos y bebemos para descansar de recorrer la ciudad con prisa. Nos duelen los pies, y nos dolerá la cabeza. Reímos, la mayoría de las veces falsamente o de manera estrambótica y exagerada. Hacemos cumplidos que no pensamos, posamos para fotos fingiendo ser otros que no somos, cantamos canciones que odiamos, hacemos honor a la hipocresía y lo rehacemos al negarla.
Pero todo merece la pena cuando llegamos a casa sumida en un silencio absoluto. Nos quitamos las zapatillas. Nos desvestimos cuidadosamente, nos duchamos y tomamos un tentempié. Nos vamos a la cama, retiramos suavemente las sábanas y nos metemos dentro al tiempo que apagamos la luz con un click. Mañana, será otro día.

jueves, 20 de octubre de 2011

Gadafi, ha muerto

"Hoy, veinte de octubre del año dos mil once,  Muamar Gadafi ha muerto" Así lo publicaban las noticias, y así lo llevan haciendo desde hace mucho tiempo sustituyendo el nombre cuando es necesario (Osama Bin Laden, Sadam Hussein...).
La OTAN, enorgullecida por su aportación a la contienda (bombardeos indiscriminados y constantes contra población civil que vivía en la ciudad equivocada en el momento equivocado "Sirtre"), publicaba su victoria.
Cuando oímos su nombre, se nos viene a la mente la idea de un hombre adulto, violento, militar, un asesino, un hipócrita. Sin embargo, las cifras no mienten. Ha muerto más gente en los bombardeos de la OTAN que a manos de los soldados fieles a su líder. Y aseguro que en el gobierno de transición, aún se llevaran más crímenes y ejecuciones públicas, o remilgadamente privadas.
No estoy defendiéndole, pero digo que habría que ver como seríamos todos abrumados por un poder ssilimitado, con un pedazo de tierra colonizada por europeos, y con una población dividida en religiones extremistas con unos vecinos donde o bien hay sequías, hambrunas, o bien hay guerras dnde el gobierno ah dejado de existir hace tiempo, donde los niños dejan de serlo tras ver su primer cadáver en el suelo, donde las madres han dejadod e tener hijos con personas que realmente aman.
¿Quien sabe que sucederá ahora en estos países donde los gobiernos están siendo depuestos? Proponen un lugar mejor, un lugar de igualdad y libertad para todos... pero sólo tienen eso. Palabras. No tienen ideas donde apoyarlas ni sutentarlas, sólo tienen bonitos y emotivos esloganes y valores utópicos  que se conseguirán, (pero desde luego no en este siglo). ¿Entonces? Ocuparánel lugar de los dictadores otros dictadores, ligeramente mejores o peores, que al principio serán vistos como libertadores como el propio Muamar Gadafi, pero que más tarde serán depuestos, y a los cuales la historia los tachará de enemigos de la humanidad, juzgándoles por sus actos desde una vez en el poder sin incluir los pensamientos que tenían cuando a él llegaron.
A veces, como dice el dicho popular, el remedio es peor que la enfermedad.

miércoles, 19 de octubre de 2011

No hay nada más bello que el amor, ni nada tan devastador como el amor nocorrespondido

Esta, es mi primera entrada en este  cualquier otro blog. No estoy seguro de lo que hago, mis dedos se mueven con facilidad, se deslizan por el teclado y van deteniéndose y presionando con suavidad teclas a su antojo. Para que me conozcas, visitante de este blog, antes de nadas has de conocer mi experiencia más devastadora, para que luego me comprendas en mi historias.
Este último verano, viajé a un lugar que no recuerdo, en condición de crucero, y en este, una chica pelirroja de pelo largo y rizado de flequillo alisado, de uñas azules y de belleza indiscutible y elegancia manifiesta. Se me cruzó la primera vez y simplemente pensé que era muy guapa, pero como tantas otras que se ven en las calles, era sólo vista.
Sin embargo, la historia va más allá. Conforme pasaron los días, mi interés por la chica que con cada vez más frecuencia veía en mi turno de comida y de cena, en el pasillo de camarotes, en als excursiones, en la playa, fue creciendo hasta límites insospechados. Pensaba en ella, no en la forma de besarla o de "tenerla", pensaba en ella, simplemente en ella, en detenerme en los detalles de su ser recopilados por mis reticulas oculares y más tarde ordenados por mi cerebro. Pensaba en meramente en que llegara el día que pudiese hacer acopio de fuerzas y hablarla, entablar una conversación, hacer de un "hola" un "hasta luego", dibujar en sus labios una sonrisa, pero cada vez que lo intentaba, me quedaba petrificado a unos metros de ella, refugiado en la timidez. El día de llegar a casa se acercaba cada vez  con más intensidad, hasta que el futuro fue presente y n el aeropuerto, me despedí de ella con una mirada.
Solo sabía dos cosas.
La primera, vivía en la misma ciudad que yo.
La segunda, tal vez nunca volvería a verla.
Ya han pasado dos meses y estoy mucho mejor, he pasado página y mis pensamientos procuran evitar, encerrar y enterrar el recuerdo, pero esto no sería posible sino tuviera a nadie a quién contárselo.
Tal vez nadie llegue nunca a leer esto, y el blog se pierda o desintegre en un futuro, pero al menos, quisiera darte las gracais a tí. Sí, a tí, al que me da la esperanza de que haya alguien tras la pantalla que lea esto y que se sienta identificada o no, comparta al menos el momento vivido.